La condición existencial del toxicómano se asienta sobre una filosofía próxima al cinismo anulando todo el aspecto de las convenciones y los valores sociales.
La toxicomanía se enraíza en la encrucijada del deseo de una satisfacción plena e inmediata y la ley que prohibe a todo ser humano dicha satisfacción. En esta encrucijada es donde Freud sitúa el nacimiento de la civilización cuya narrativa ejemplar representa el mito de Edipo.
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